USAID Cancelado

La reciente decisión de Donald Trump de congelar los fondos de USAID ha generado un impacto significativo en la cooperación internacional, incluyendo el financiamiento de proyectos deportivos con impacto social. Aunque USAID ha utilizado el deporte como una herramienta de desarrollo en regiones vulnerables, su modelo de financiamiento basado en contratistas y falta de transparencia han limitado su efectividad. Esta entrada analiza cómo la retirada de estos fondos afectará la industria de la ayuda y el sistema deportivo. ¿Quién llenará el vacío dejado por USAID y qué implicaciones tendrá esto para el futuro del deporte y la cooperación internacional?


La reciente decisión del expresidente Donald Trump de congelar los fondos destinados a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha generado un fuerte impacto en la cooperación internacional. Desde su fundación en 1961, USAID ha sido un actor clave en el financiamiento de programas de asistencia humanitaria, desarrollo económico y fortalecimiento institucional en diversas regiones.

Si bien esta agencia ha sido fundamental en la promoción del desarrollo global, su modelo de operación ha estado marcado por la opacidad, la ineficiencia y la concentración de fondos en contratistas privados en lugar de llegar directamente a las comunidades beneficiarias. Un artículo de Susan Roberts utiliza la Teoría de Actores y Redes para aclarar que USAID no debe verse solo como un organismo burocrático, sino como una red de relaciones entre contratistas, gobiernos, observatorios y ONGs, donde la agencia actúa como un nodo que redistribuye capital, influencia y acceso político. Esta perspectiva nos permite entender cómo USAID ha evolucionado de un organismo de asistencia a un complejo sistema de intereses interconectados.

En esta entrada exploramos el impacto de la retirada de USAID en el financiamiento de proyectos deportivos, la estructura de la industria de ayuda internacional y los desafíos de transparencia que han caracterizado su operación.

El origen y evolución de USAID

USAID fue creada en 1961 bajo la administración de John F. Kennedy, en el contexto de la Guerra Fría, con el objetivo de consolidar la influencia de EE.UU. en el mundo a través de la asistencia económica y el desarrollo. Su misión oficial era reducir la pobreza y promover la estabilidad, pero en la práctica, su papel ha estado ligado a los intereses estratégicos de Washington.

Con los años, la agencia dejó de ejecutar directamente sus proyectos y pasó a depender de una red de contratistas privados y con y sin ánimo de lucro. Esta transformación convirtió a USAID en un actor central dentro de la industria de la ayuda internacional, consolidando relaciones con corporaciones, consultoras y observatorios que han capturado gran parte de sus fondos.

USAID ha oscilado entre dos modelos contradictorios: Uno como organismo técnico de desarrollo, enfocado en programas de asistencia social; y otro como brazo de la política exterior de EE.UU, que condiciona la ayuda al alineamiento con los intereses de Washington.

Esta dualidad ha dificultado su transparencia y efectividad, pues responde a objetivos de desarrollo y de geopolítica que no siempre estuvieron alineados.

A pesar de ser una agencia gubernamental, USAID ha sido históricamente opaca en la gestión de sus fondos. Aunque está obligada por la Ley de Libertad de Información a proporcionar acceso a sus documentos, la realidad es que muchos de sus contratos y auditorías son difíciles de obtener. Investigaciones han demostrado que las solicitudes de información sobre proyectos específicos suelen ser rechazadas o bloqueadas por razones de seguridad nacional o confidencialidad contractual.

El auge de la industria de la ayuda internacional

USAID es una de las principales impulsoras de la «industria de la ayuda», un sistema donde grandes contratistas con y sin ánimo de lucro han monopolizado los fondos de cooperación. Esta industria tiene cinco atributos clave: Dominación de contratistas privados; la mayoría de los proyectos no los ejecuta USAID directamente, sino empresas externas. Concentración de fondos; un pequeño grupo de organizaciones recibe la mayoría de los recursos. Opacidad; es difícil rastrear el destino final de los fondos. Poca rendición de cuentas; la supervisión externa de los contratos es limitada. Ineficacia en el impacto; muchos proyectos no logran resultados verificables.
Hace unos días conversamos con Beatriz Mejía sobre la naturaleza de los proyectos de desarrollo de USAID, especialmente en áreas como el deporta para el desarrollo y la paz.

USAID y el deporte: ¿Cuál ha sido su relación?

Aunque USAID no ha tenido un rol predominante en la gobernanza del deporte, sí ha utilizado el deporte como una herramienta de desarrollo social en diversas regiones del mundo, particularmente en países afectados por conflictos armados y crisis humanitarias. Lea este análisis crítico sobre el deporte como facilitador del desarrollo.

Uno de los casos más representativos es su trabajo en Medio Oriente y el Norte de África (MENA), donde ha financiado iniciativas que buscan fomentar la inclusión social de refugiados y desplazados mediante el deporte; reducir el riesgo de radicalización en jóvenes expuestos a la violencia; y promover el empoderamiento femenino a través de programas deportivos en sociedades tradicionalmente restrictivas para las mujeres.
Una entrada de sportanddev.org destaca que estos programas han sido clave para proporcionar espacios seguros en comunidades afectadas por la guerra, pero que su sostenibilidad ha dependido completamente de la continuidad de los fondos internacionales, como los de USAID.
El programa de Incentivos y Alternativas Económicas para el Norte, el Este y el Oeste IDEA-NEW, financiado por USAID, buscaba mejorar la estabilidad en Afganistán a través de iniciativas económicas y sociales, incluyendo el deporte como un componente clave para el empoderamiento juvenil. Sin embargo, al igual que en otras iniciativas de USAID, la efectividad de IDEA-NEW fue altamente cuestionada. Investigaciones posteriores demostraron que gran parte del presupuesto del programa no llegó a las comunidades afganas, sino que se quedó en manos de contratistas en EE.UU. y en Kabul. El fracaso de IDEA-NEW en lograr un impacto real en el terreno ilustra un patrón recurrente en la industria de la ayuda: programas diseñados con buenas intenciones, pero con una ejecución deficiente debido a la falta de supervisión y la alta intermediación de contratistas.

En Colombia se ha denunciado los malos manejos que algunos dirigentes le han dado a recursos de USAID. Lea en esta entrada cómo se malgastan los recursos del fútbol.

Implicaciones en el sistema deportivo: Debilitamiento del ecosistema DDP

Creemos que el sistema deportivo tradicional no se verá afectado por este recorte, ya que la principal fuente de financiación del deporte federado son los gobiernos y los padres de familia de jóvenes deportistas. Sin embargo, esta decisión si tendrá múltiples repercusiones en el financiamiento de programas de DDP. Resaltamos especialmente tres tipos de iniciativas sin ser exhaustivos en ello. Uno, proyectos de integración de refugiados en Medio Oriente y África, que han dependido de USAID para proveer infraestructura deportiva y actividades comunitarias. Dos; programas de empoderamiento femenino en sociedades con restricciones de género, donde el acceso de las mujeres al deporte ha sido promovido con apoyo de la cooperación internacional. Tres; iniciativas de prevención del crimen y la violencia en América Latina, que han usado el deporte para alejar a los jóvenes de pandillas y redes del narcotráfico.
Sin financiamiento, muchos de estos proyectos quedarán en riesgo de desaparecer o tendrán que buscar alternativas de financiamiento en el sector privado o en otros organismos internacionales.
Con la salida de USAID del financiamiento de programas DDP, se abrirán paso otros actores del desarrollo como corporaciones y patrocinadores privados, que podrían invertir en estos programas, pero con intereses comerciales o de marketing que alteren sus objetivos originales. Gobiernos locales y federaciones deportivas, que podrían asumir mayor responsabilidad en la financiación, aunque con limitaciones presupuestarias. Y organismos dentro o fuera del sistema deportivo como FIFA, o Naciones Unidas, que podrían intentar cubrir parte del vacío dejado por USAID con nuevos programas o fondos especiales.
Sin embargo, la diversificación de fuentes de financiamiento también puede traer desafíos, como la politización de los programas deportivos, el uso de la asistencia para incidir en elecciones de miembros en Comités Ejecutivos o Comités Especiales en estas organizaciones, o la falta de regulación sobre los nuevos donantes.
Uno de los efectos más preocupantes del recorte de USAID es que muchas comunidades vulnerables perderán acceso a oportunidades deportivas. En muchos países, los programas financiados por la cooperación internacional han sido la única vía para que niños y jóvenes en riesgo social puedan participar en actividades deportivas organizadas.
Si estos programas desaparecen sin que haya alternativas de financiamiento, se corre el riesgo de que el acceso al deporte quede limitado a quienes pueden pagar por él, ampliando la brecha de desigualdad.
El recorte de fondos de USAID tendrá un impacto profundo en la cooperación internacional y en el financiamiento de programas deportivos con enfoque social. Aunque la agencia ha sido criticada por su modelo de financiamiento basado en contratistas y su falta de transparencia, su retiro deja un vacío difícil de llenar.
En el deporte, la retirada de USAID plantea desafíos tanto para las organizaciones que dependen de estos fondos como para las comunidades que se benefician de ellos. La continuidad de programas que usan el deporte para la integración social, la prevención de la violencia y el empoderamiento juvenil dependerá de la capacidad de otros actores para asumir un rol de financiamiento efectivo.

A largo plazo, este cambio podría generar nuevas oportunidades para modelos de cooperación más transparentes y descentralizados, pero también podría agravar problemas estructurales si no se establecen mejores mecanismos de participación y rendición de cuentas.

Por Editor E

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