Cuando las cosas se han puesto tan difíciles para la mayoría, donde la inercia del sistema lucha por expulsar lo distinto, una nueva ola de líderes y movimientos sociales se preparan para empezar una fase de transición hacia una sociedad más democrática, más abierta a nuevas voces y liderazgos.

Concebimos Transparencia en el deporte como empresa y fracasamos. No dejamos de investigar y publicar nuestro trabajo en eventos como Play the Game en Colorado Springs en 2019, en la Asociación Mundial de Gestión Deportiva en Chile (WASM) en el mismo año, y luego en RIASPORT en 2020 de manera virtual, y luego de manera presencial en México.

No hacemos parte del gobierno, ni tampoco del sistema deportivo. En ello radica nuestra fortaleza: Somos independientes, nos moviliza un sentido ético y un compromiso con la justicia. No nos consideramos superiores a nadie, pero nuestras posturas críticas y fundamentadas nos han alejado de unos actores, pero han acercado otros.

Creemos en la tecnología como herramienta para el gobierno abierto, la toma de decisiones basada en la evidencia, y la gobernanza multistakeholder.

Creemos que el deporte es un poderoso motor de movilización social, una fuerza de bien. El interés público y privado en su gestión, genera grandes oportunidades para los jóvenes y sus familias. Sin embargo el deporte, como otras actividades de la vida social y económica, es vulnerable a malas prácticas de gestión dentro y fuera del terreno de juego. Las consecuencias de estas actuaciones tienen serios efectos en sus practicantes y seguidores, y en el público en general, producen una pérdida de credibilidad irreparable. Lo que nuestro amigo Declan Hill llama la crisis existencial del deporte.

Hacemos parte de un Nuevo Movimiento Social capaz de producir un cambio positivo en el sector; compartimos el ideal de cambio mejorando la educación y el cumplimiento en organizaciones y eventos deportivos.

Esta plataforma le da inicio al diálogo, pues ese es nuestro ideal. Esto justifica en parte, nuestro estilo agudo sobre la praxis en la gobernanza del deporte internacional, con acento en el Sur Global, especialmente en América Latina y en español.

Escribimos estas líneas desde Colombia y Argentina, lugares donde la corrupción es sistemática, eso significa que el Estado ha sido capturado por múltiples intereses; donde se ha engendrado un modo de actuar que ha normalizado el ejercicio de la corrupción en todas sus formas y niveles. Esa ‘inercia del sistema’ genera tensiones y rechazos en algunos actores que perciben liderazgos renovados. Este rechazo se materializa en censura.
El año 2020, el año de la pandemia, ni la muerte ha podido acabar con el clientelismo y el código cultural de la trampa, la inercia del sistema. Contrario a lo que pensaban los más optimistas, la emergencia sanitaria facilitó el saqueo y las actuaciones arbitrarias. Paradójicamente cuando las cosas se han puesto tan difíciles para la mayoría, donde la inercia del sistema lucha por expulsar lo distinto, una nueva ola de líderes y movimientos sociales se preparan para empezar una fase de transición hacia una sociedad más democrática, más abierta a nuevas voces y liderazgos.

Por Editor E

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